7 de octubre de 2010

Lo tengo en la punta de la lengua...

Una vez, en el instituto (en aquellos tiempos tan lejanos de BUP y COU), durante un examen de geología, me sucedió aquello que para mí es el deseo de cualquier estudiante, que el examen toque los temas que uno se sabe a las mil maravillas.

Me dieron una roca, en ella destacaba muy bien el mineral que yo tenía que identificar. Aún recuerdo su forma ramificada, dendrítica, que podría confundirse con un fósil. De color negro con brillo metálico. El ácido clorhídrico reacciona en ella, sabía que era un óxido de manganeso, pertenecía al grupo del rutilo y que el nombre del mineral era... era...

¡No me lo podía creer! Había escrito toda la descripción, me sabía su fórmula química, incluso sabía que se utilizaba para decolorar el vidrio por su poder oxidante y que el manganeso servía como colorante para la cerámica y el vidrio (lo había leido por mi cuenta, no me lo habían explicado en clase). Pero era incapaz de recordar el nombre.
Del cielo estudiantil, caí al más profundo de los infiernos de los exámenes. Me había quedado en blanco.
Así me quedé mientras pasaban los minutos, tratando de recordar el nombre del mineral que había en ese pedrusco.
Llegó la hora de entregar el examen y yo, con un nudo en el estómago, decido poner un asterisco en donde tenía que escribir el nombre del mineral y al final de la hoja, puse:

"En este momento soy incapaz de recordar el nombre, es más, estoy segura que lo recordaré nada más entregue este examen, pero creo que la descripción que he dado del mismo es lo suficientemente correcta y adecuada para identificar el mineral del que estamos hablando. Espero que lo tenga en cuenta. Gracias"

Entregué el examen y al cruzar el umbral de la puerta, de mi boca salió una palabra: Pirolusita


No saqué un diez, pero estuve muy cerca :)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué rabia da no acordarse de un nombre en un momento así.
A mí me pasó algo parecido:
Yo no soy de letras, la historia nunca ha sido mi fuerte y, para más Inri, en aquel curso tenía un profesor con el que no lograba aprobar sin memorizar como los papagayos. Como casi siempre, recurría a frases o dichos que me ayudasen a recordar aquello que no se me quedaba en la cabeza.
Tenía todo el exámen acabado excepto un hueco. No podía recordar el nombre de aquel lider de los Lusitanos en su lucha contra Roma para frenar su conquista de Hispania.
Y así me ví un buen rato, repitiendo una y otra vez: "Iba Pepita Pulgarcita y su amigo el cuervo... Iba Pepita Pulgarcita y su amigo el cuervo..."
Al fin salió, y con voz algo más alta de lo que hubiese deseado exclamé: "¡¡¡VIRIATO, COJONES!!!"
La cara del profesor era un poema, pero mira, ese lo aprobé.

Otro día, en privado, te cuento la vez que desperté a mi marido a las tantas al recordar el nombre de un actor que me tuvo mártir toda la noche. O quizá ya te lo he contado. Con lo que casco...

Por cierto, me gusta mucho tu blog. ;-)